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Si ...
Si la obra de tu vida puedes ver destruida y, sin decir palabra,
volver a comenzar; o perder de un golpe la ganancia de cien
sin un gesto ni un suspiro...
Si pudieras ser amante sin estar loco de amor;
si ,consigues ser fuerte sin dejar de ser tierno y,
sabiéndote odiado, no odias a tu vez
y sigues luchando para defenderte...
Si puedes escuchar tus palabras falseadas por los pícaros
para excitar a los tontos y oír cómo sus lenguas te calumnian
sin que tú mismo mientas...
Si a los amigos que has elegido amas como hermanos
y a los hermanos que te han tocado tratas como amigos
sin que ninguno te absorba y a todos consideres...
Si admites del amigo la posible pérdida y del ser querido el posible fallo,
pero los sigues amando y, porque los comprendes, no necesitas perdonarlos
ya que no los culpas...
Si puedes seguir siendo digno aunque seas popular;
si consigues ser pueblo y tratar a los reyes,
si la frustración diaria no te hace daño y su lección aprendes...
Si alcanzas el triunfo después de la derrota
y acoges con igual calma ambas mentiras,
si puedes conservar tu valor y tu cabeza cuando los demás la pierdan...
Si sabes meditar; observar; conocer;
sin llegar nunca a ser destructor o escéptico;
soñar, mas no dejar que el sueño te domine; pensar sin ser sólo un pensador..
Si puedes ser severo y dominar tu cólera,
si puedes ser audaz sin ser imprudente,
si consigues ser bueno y llegar a sabio sin imponer tu moral ni ser pedante...
Si crees que la vida merece vivirse y que la humanidad va hacia un mundo mejor;
si llenas el minuto más implacable de sesenta segundos de lucha..
Si ahora que me has leído no te amilanas, valoras la dificultad de la empresa
y te dispones a intentarla cada día con humildad; constancia, fe y esperanza...
Entonces, los dioses, los reyes, la suerte y la victoria serán tus vasallos.
Pero más que la gloria y los reyes, más que la Tierra y su riqueza;
serás hombre, hijo mío.
Y eso lo vale todo.
Morirás igualmente pero vivirás mejor,
y el aroma de tu bondad ahuyentará tu soledad;
ya que estarás pleno de Dios...
Rudyard Kipling |
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