Camina plácidamente entre el ruido y las prisas,
y recuerda que la paz puede encontrarse en el silencio.
Hasta donde sea posible, trata de mantener buenas relaciones con todo el mundo. Di tu verdad serena y claramente; y escucha a los demás, incluso al torpe y al aburrido; ellos también tienen su propia historia.
Evita las personas ruidosas y agresivas, porque son un mal para el espíritu. Si te comparas con los demás, puedes volverte vanidoso y amargo; porque siempre habrá personas mejores y peores que tú.
Disfruta de tus logros, lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea;
es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios, porque el mundo está lleno de trampas. Pero no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe. Mucha gente lucha por altos ideales; y en todas partes la vida esta llena de heroísmo.
Sé tú mismo. Especialmente, no finjas afecto.
Tampoco seas cínico en el amor; porque frente a toda aridez y desencanto, el amor es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu, para que te proteja en la desgracia repentina. Pero no te angusties con fantasmas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Sobre una sana disciplina, sé amable contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas; tienes el derecho de estar aquí. Y aunque esté claro o no para ti, no dudes que el universo marcha como debe ser...
Por lo tanto, debes estar en paz con Dios; no importando cuál sea tu idea de El. Y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, en la ruidosa confusión de la vida, mantén la paz con tu espíritu.
Porque a pesar de toda la hipocresía, del arduo trabajo y los sueños fallidos. Este sigue siendo un lugar hermoso.
Se cauto y esfuérzate en ser feliz.
Max Ehrmann (1952)
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