Sin embargo, en la península Ibérica, principalmente en Castilla y en Asturias, el Nogal se considera un árbol de mala suerte; quizá, por sus viejas connotaciones con la brujería. Existe la creencia que las aguas subterráneas que circulan por debajo de un Nogal producen bocio (aumento del volumen de la glándula tiroides) a quien las bebe. También se cree que el simple hecho de dormir bajo la sombra de un Nogal acarrea graves enfermedades. Las enfermedades más típicas según la tradición popular, son la jaqueca y la artrosis.
En el Benevento italiano se creía que las brujas del lugar, se reunían para celebrar sus aquelarres bajo un inmenso Nogal, para burlarse así de la crucifixión de Cristo. Estas brujas desconocían que el madero de la crucifixión, según parece demostrado, fue de ciprés. En Asturias, como en Benevento, el Nogal también se asoció a la brujeria, concretamente las brujas astures lo utilizaban para la preparación de su ungüento volador. Entre las brujas asturianas tenía fama el aceite de Nogal, que según relata un expediente de la Inquisición citado por Miguel Blázquez, en "Hechicería y superstición en Castilla -La Mancha", servía para fabricar el famoso ungüento para volar.
Sin embargo es lícito mencionar que el Nogal, en otras regiones, se consideró vinculado al don de la profecía, la sabiduría y la ciencia. El Nogal en la península Ibérica, aglutinó muchas de las creencias ancestrales sobre otros árboles. Se le consideró un arbol maldito por acarrear toda suerte de desventuras a quien dormía bajo su sombra e incluso, a quien lo miraba en ciertas épocas del año.
El cocimiento de sus hojas se utilizó para provocar el aborto y esterilizar a las mujeres. A estas prácticas debe parte de su mala fama el Nogal. Por contrapartida, su fruto, la nuez, se consideró benéfica, y sirvió en no pocas recetas para librar al incauto del "mal de ojo".
Los celtas, más prácticos, atribuyeron a la nuez poderes afrodisíacos y la elevaron al rango de "manjar de dioses" y símbolo de la fertilidad. Carlos Mendoza, en una extensa obra sobre el simbolismo del Nogal, citando a De Gubernatis, escribe: "Conviene establecer una distinción mitológica entre la nuez y el Nogal: la nuez se considera más a menudo como propicia, favorable a los casamientos, a la generación y símbolo de la abundancia. El Nogal, por el contrario, es tenido por árbol siniestro, frecuentado con predilección por las brujas..."
En las bodas romanas el esposo arrojaba nueces a los invitados como símbolo de la fecundidad que esperaba alcanzar en su matrimonio. Estas costumbres, completamente latinas, tuvieron arraigo en la península Ibérica.
Los romanos consagraron el Nogal a Proserpina y a los dioses infernales. Proserpina, nombre romano de la diosa griega Perséfone, la diosa de los infiernos, simbolizaba el periódico renacimiento de la primavera. Los misterios de Eleusis recordaban su desaparición, la búsqueda y desesperación de su madre, Deméter, y la decisión de Zeus de obligar a Proserpina-Perséfone a permanecer medio año en los infiernos, en compañía de su esposo, y el otro medio junto a su madre en la Tierra.
Por esta razón, donde antaño existió un Nogal en la Edad Media se celebraron aquelarres y, más tarde, se alzaron iglesias para conjurar el mal. |