Según la tradición griega Narciso nacio dotado de una gran belleza física. Al nacer sus padres consultaron al famoso adivino Tiresias, acerca del porvenir del recién nacido. La respuesta fue que "el niño viviría hasta una edad avanzada si no llegaba a contemplarse a sí mismo". Su madre, la ninfa Liríope, evitó que hubiera espejos o superficies pulidas en los lugares que Narciso frecuentaba, intentando que no viera nunca su imagen reflejada. Este, inmune al amor no pudo corresponder a la ninfa Eco que estaba locamente enamorada del joven. Las doncellas despreciadas por Narciso, pidieron venganza al cielo. La diosa Némesis escuchó sus quejas e hizo que Narciso en castigo por su arrogancia se enamorase de si mismo. El joven va por el bosque de caza, mientras tanto la diosa Némesis provoca un calor tan fuerte, que Narciso agotada su reserva de agua se acercó a un arroyo para beber, y al beber ve su imagen reflejada. En ese momento queda perdidamente enamorado de su bello rostro y sumerge los brazos para abrazar a ese hermoso ser; así muere ahogado por el intenso amor que siente por si mismo. En el lugar de su muerte, brotó una nueva flor a la que se le dio su nombre: Narciso.