Libro de Visitas
 
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  La Libertad - Khalil Gibran
 
 

Me paseaba solitario por el Valle de las Sombras de la Vida,
allí donde el pasado intenta disimular su culpabilidad
y donde el alma del futuro se acuesta y reposa demasiado tiempo.
Allí, a orillas del Río de la Sangre y de las Lágrimas,
que se desliza como una víbora venenosa y se retuerce como
los sueños de un criminal, he escuchado los suspiros aterrorizados
de los espectros de los esclavos y he contemplado la nada.

Cuando llegó la medianoche y los espíritus surgieron de sus escondites,
vi un fantasma cadavérico y moribundo caer de rodillas mirando la luna.
Me aproximé a él y le pregunté: «¿Cómo te llamas?»
«Me llamo Libertad», respondió la sombra fantasmagórica del cadáver.
Y yo le pregunté: «¿Dónde están tus hijos?»
Y la Libertad, débil y cubierta de lágrimas, respondió:
«Uno murió en la Cruz, el otro murió loco y el tercero todavía no ha nacido.»
Se alejó cojeando sin dejar de hablar, pero la niebla de mis ojos
y los llantos de mi corazón me impidieron verlo u oírlo.

Todo en esta Tierra vive según la ley de la naturaleza,
y de esta ley brotan la gloria y la alegría de la libertad.
Pero esta felicidad se niega al hombre
porque ha dictado para el alma dada por Dios,
una ley terrenal y limitada por su propia invención.

Se ha impuesto normas estrictas.
El hombre ha construido una prisión estrecha y penosa,
en la que ha encerrado sus afectos y sus deseos.
Ha cavado una tumba profunda,
en la que ha sepultado su corazón y su resolución.

Cuando un individuo obediente a las órdenes de su alma declara retirarse
de la sociedad y viola la ley, sus semejantes lo tratan de rebelde que
no merece sino el exilio, o de criatura infame que hay que ejecutar.

¿Seguirá siendo el hombre esclavo de su propia reclusión hasta el fin del mundo?
¿O se liberará al hilo de los días para vivir en el Espíritu del Espíritu?
¿Insistirá el hombre para mirar hacia la Tierra, por debajo y detrás de él?
¿O alzará los ojos hacia el sol, para no ver la sombra de su cuerpo
entre los cráneos y las espinas? ........


KHALIL GIBRÁN


 
 
 

Paulo Coelho                                                    Oracion del arbol